«La masacre de la Calle de Contreras», acto II, escena tercera.
07/08/2009 por J. T.
(El mismo lugar. Ha pasado una semana. Rufa, en una mesa, sola, mira al vacío, abatida. En otra mesa, Elena, Monique y Pablo. Prado se pasea, a grandes zancadas, por el local)
RUFA.- Algo se podrá hacer… ¡Prado, por los clavos de Cristo…! ¡Piensa en sacarme de este gólgota! Si quieres, puedes; no me vengas con kiries…
PRADO.- El juez ha dictado secreto de sumario. Barrunto ejemplaridad sin concesiones. Habrá que prepararse para un baño lustral. ¡Toma justicia…!
RUFA.- Entre todos, me condenáis a muerte. Cualquier cosa que digo, es un “dejar a ver” lo que se me responde. Un respeto a mis canas…El acabose pisando los talones de doña Rufina Gómez López…
PRADO.- ¿Alguien puede explicarme qué jodido siroco ha cruzado, de pronto, a través del club “Las Amazonas”? Durante años, una balsa de aceite…Parece que se han vuelto todos locos…
MONIQUE.- Nosotras no empezamos…Un asesino en serie se cargó a Mari-Jose…A sangre fría, siendo noche cerrada, lo tenía planeado…
PRADO.- Y vosotras, obtusas, le seguisteis el juego. Un marinero muerto. Otra vez la Marina, el ayuntamiento, el ministerio…La biblia en verso colgada del teléfono. Y el correo, las llamadas a despacho, exclusivas de prensa denunciando un sinfín de escandalosas corruptelas, detalles escabrosos revelados, fotografías de corte pornográfico…Fingimientos de sepulcro blanqueado. Una panda de hipócritas llamando al purgatorio. Dime tú si yo me lo merezco…
RUFA.- ¿Qué digo yo, que soy la que más pierdo? Me dispongo a cometer un disparate, no queda más pamplina ni remedio…
ELENA.- Menos lobos…
RUFA.- ¡Qué falta de respeto…! Me llama zorra, con mucho disimulo…La ruina de Palmira me rodea.
ELENA.- Tenemos un riñón muy bien cubierto…
PABLO.- Yo la entiendo, doña Rufa…
RUFA.- ¡Mi tesoro! ¡Mi niño! Háblame tú: el único que me sirve de consuelo, ahora que Prado se ha cerrado en banda…No me dice qué hacer y se lava las manos.
PRADO.- No se trata de lo que hagas o dejes de hacer, Rufa. A ver si te lo explico…Tus fiambres van a costarme el cargo…Pues bien, nadie se llame a engaño: primero, me llevo por delante a toda la puta Calle de Contreras.
RUFA.- Resquicio habrá por donde nos colemos, dejando satisfechos a ambos bandos. Filigranas legales. Vaselinas… Pagarnos abogado si es preciso. ¡Pero que no me multen más y no me cierren…! ¿Pretendes que me ponga de rodillas? Si lo quieres, te rezo…Hasta ahora, para mí, por lo menos, no habido otro más santo que me Prado…
PRADO.- Un homicidio no se distrae tan fácilmente. Y menos, tratándose de un militar extranjero…
RUFA.- Marineros de mierda… ¿Un militar, de qué? Tropa, más tropa y nada más que tropa. Un tropel, que se llama. Tropelía… En las guerras, se mueren por millares. Un punto negro en las fotografías. Mi casa, en cambio, es una “pym” de lujo y alto standing …Aquí damos de comer a mucha gente…
PRADO.- Salva los muebles y date con un canto. No me debiera dejar ver por estos barrios. Me comprometo. A estas alturas, lo sensato poner un quintal de tierra de por medio.
RUFA.- Un cobarde, un malvado… ¡Con qué liberalidad te desentiendes…!
PRADO.- En cuanto se aten cabos que quedaron pendientes. Yo tengo una familia. No puedo permitirme toda esta peripecia arrabalera. No vivo aquí, ni falta que me hace. Las cartas me las mandan a la Plaza de España.
RUFA.- ¡Un señorito!
PRADO.- Para ti, un señor en toda la extensión de la palabra. Estoy de sobra en charcos como éste.
ELENA.- (se levanta) Oiga, señor…Antes de que haga la maleta…Quisiera estar segura de que ha entendido bien lo que se cuece. ¡Tanto corre-ve-y-dile…! A lo peor, se me ha escapado algún detalle…
PRADO.- Te conozco…Tu cara de raposa, no sé de qué me suena…
ELENA.- A mí, la suya de membrillo paniaguado no se me despintará para los restos…
PRADO.- Ten cuidado, no os vayáis a caer tú y el equipo.
ELENA.- Pies de plomo. Lo que le iba diciendo: por unanimidad, lo sucedido aquí viene siendo un accidente o, si lo quiere así, dos accidentes. Uno y otro montados en una burra idéntica. Y si el de Lidia no, el anterior tampoco…Para nosotras resulta claro como el día…Lo primero, verbo tropezar; lo segundo, de forma accidental, hacerse daño…Ojo por ojo, pestaña por pestaña…Policía, ¿no lo entiende? Se trata de una especie de negocio: nos matan una hermana, nos cargamos un primo. Una zorra por un coyote de agua oscura… Punto pelota… ¿Por qué había de entrometerse la ley si todas nos hallamos tan conformes?
PRADO.- Grábatelo en el disco duro de pensar: no se ha librado aquella Mari-Jose. La Lidia no se libra; doña Rufa, tampoco; ni yo mismo…Ni el club “Las Amazonas”, ni vosotros…Este derrumbre viene siendo general, dicho en fino, “urbi et orbe”.
ELENA.- ¿No se olvida de Saba?
PRADO.- ¿De María Sabatina? Casualmente, ella es la que va a salir mejor parada…
ELENA.- No me diga…
PRADO.- Nunca lo entenderás por proletaria, material de desecho, mano de obra barata…Jamás vas a tener tu minuto de gloria. Ella lo tuvo, jugándose…Ponlo así, algo más que los cuartos. Acabe como acabe, Saba siempre recordará que, al menos una vez, hizo lo que debía, sin importar las consecuencias que su postura pudiese acarrearle.
RUFA.- Vienes sembrado, Prado: restregarnos un final sorpresa; la Saba, una Juana de Arco de novela. A las demás nos estás ninguneando. Se embarcó todo cristo en el “todos a una”…No fue sólo la Saba…Menos yo, que no intervine en nada y, sin embargo, me veo como me veo… ¿Quién me soluciona a mí los bollos, cuando se me están quemando las castañas?
PRADO.- Venga ya, Rufa…Dirígete a tu amigo, el importante. Quizás él responda por ti, que no lo creo…
RUFA.- Mangas verdes me respondió el malángel. Se encuentra de viaje, ¿no te digo? Sola, sola…Desierta me he quedado en semejante trance…Su secretario particular me comunica piensa demandarme por incumplimiento… “Las Amazonas” es una frutería, si algún caso se le pudiera hacer a ese contrato. En todo caso, alguna manzana podrida siempre podría presentarse en la defensa…
PRADO.- Déjalo de mi cuenta. Se va a encontrar conmigo la parte contratante, a lo poco que pueda.
ELENA.- Sigue sin soltar prenda, policía. Hablábamos de Saba…
PRADO.- Tu amiga está muy bien. Dentro de lo que cabe. Ha pillado soleta, dado el piro. Trasladado a otra parte. A las Canarias, creo. Isla de Gomera…
RUFA.-(chusca).- Claro, gomera…No vaya a ser agarre un sifilazo o el sida, que es peor, en estos tiempos…
PRADO.- Un saco de malicias la madre Celestina…No, señora: por quitarse del medio y no dar más molestias. Lo que se le pedía…
ELENA.- ¿Marchar sin despedirse? Nosotras no nos lo creemos…
PRADA.- Apea el “vosotras”, anda. Se ha pasado de fecha…Escucha y aprende, atolondrada… (le pasa la mano por el hombro. Elena hace ademán de apartarla pero, al final, consiente) Las dos andabais juntas, os contabais secretos…
RUFA.- ¡Ay, secretos…! ¡Contubernios masónicos! Siempre conspirando en contra mía…
PABLO.- Shhh… Menos protagonismo, doña Rufa…Ahora deje hablar al Sr. Prado y así nos enteramos de una vez qué ha sido de la Saba…
RUFA.- (le dedica una mirada asesina) Podrías predicar tú con el ejemplo…
PRADO.- Saba tenía un hijo. Catorce años. Estudia secundaria. Es su vivo retrato. ¿Lo conoces?
ELENA.- Algo había oído.
PRADO.- Tenía un hijo y lo sigue teniendo. No ha sido fácil que pueda conservarlo… (Elena se deshace del contacto bruscamente) Alguien se encargó de mover ficha. Denuncias retiradas, callar bocas, espantarle las moscas… ¡Qué sé yo, Elena…! Pedir favores y devolver favores…
ELENA.- ¡Pobre Saba!
PRADO.- ¡Lo que no haga una madre por su hijo!
RUFA.- Aun siendo putas, las mujeres que paren hijos con dolor terminan siempre por convertirse en santas…Mi Saba, en los altares…Ave María Purísima…
PRADO.- No perdamos más tiempo…Atención ahora, os he traído una declaración jurada a cada uno, que me habéis presentado voluntariamente. Acudo a vuestra cita y la recojo. Es por eso, precisamente, por lo que me encuentro aquí esta tarde. Misión humanitaria. (saca papeles de un maletín que está sobre la barra) No hay más leña. Va lo mejor que puede. Aquella noche, vuestra colega andaba con el mono. No sabía lo que hacía…El marinero le palmea las espaldas. Ella piensa que se le está atacando. Se defiende, echando mano a lo primero que se cruza en su aspaviento: un cuchillo doméstico de cortar los limones en rodajas. Al darse cuenta del percance, enseguida es ella misma quien atiende al herido, quien pide una ambulancia y manda dar parte a la comisaría. Trinidad, moribundo…
MONIQUE.- ¡Pero si estaba más muerto que un fantasma…!
PRADO.- Trinidad, moribundo, todavía tiene tiempo a perdonarla, mientras Lidia, sollozando, le sostiene la mano y reza un padrenuestro y diez avemarías por el eterno descanso de su alma…
ELENA.- ¿A quién va a engañar eso?
PRADO.- En prosa policial no aparenta mayor floresta lírica. No importa lo que crean sino que nadie desmienta a nadie en el intento. Unos lo vieron, a otros se lo relataron los testigos. El círculo se cierra. Tiene que ser verdad: es evidente no quedan cabos sueltos. Venga, proceded a la firma. Cada cual se ocupe de su copia. Se identifica sin problemas por el nombre. (las va repartiendo a la vez que saca bolígrafos del maletín y los deja encima de una mesa). Rufa, tú la primera…
RUFA.- Tendré que leerlo bien. Firmaré si, en la letra pequeña, no se encubren asuntos “crematorios”…
PRADO.- Crematísticos…
RUFA.- No son momentos propios de academias reales… (firma)
PRADO.- Elena Martínez, proceda la testigo…Mucho cuidado con echar borrones…
ELENA.- Con este garabato se ha terminado todo… (firma)
PRADO.-Casi todo. Otras no tuvieron tanta suerte…De haber sido apoyadas…
ELENA.- No soy ninguna santa…(le entrega el folio) Ni siquiera sé lo que he firmado… (agarra a Pablo por el brazo) ¡Pablo, estoy tan cansada…!
PABLO.- Venga mi documento… (lo lee rápidamente y firma)
MONIQUE.- Acabemos de una vez con esta farsa… (firma con rabia) Ahora que nos metan en la cárcel…Elena, cariño, ojalá nos pongan a las dos, codo con codo, en la misma celda…Lo vamos a pasar de puta madre, sin trabajar, sin hombres, del colchón al retrete…
RUFA.- Por respeto a mi edad y condición, seguro me trasladan a la enfermería, atendida en habitación individual, como dios manda…
PRADO.- Nadie va a ir a la cárcel, de momento…
PABLO.- A lo mejor, se olvidan de nosotros. Andan saturados los juzgados.
PRADO.- Saluden de mi parte a la familia. Adiós a todos.
RUFA.- Prado, no te vayas así…Suavicemos aristas enojosas…
PRADO.- Un beso, Rufa…(se lo manda por el aire y sale dando un portazo)
RUFA.- Ni un abrazo, siquiera… ¡Ruinoso, como el resto los hombres!
PABLO.- No sé lo que pensáis hacer vosotras. El menda se larga a celebrarlo…
ELENA.- Yo voy contigo, Pablo…
MONIQUE.- Doña Rufa, acóplese a nosotras…Vamos a tomar algo por ahí fuera. Eche el candado y olvídese del mundo por un rato.
RUFA.- Estoy cabilando en las reformas, cara a la solemne reapertura. O si no, sobran sitios mejores a lo largo y estrecho de mi calle, la famosa Calle de Escombreras…Cortinas nuevas. Os hago caso, verdes. No me gusta la sangre a mí tampoco. El estampado del sofá corrido…y tan corrido, leche…haciendo juego…
PABLO.- Así quiero yo verla, doña Rufa…Más rufa que ninguna y llevando bien alta la cabeza…
RUFA.- Se me acaba de ocurrir otra maldad, hijos míos; venid aquí, que no se entere nadie… (la rodean) ¡Vamos a celebrarlo a ese café de enfrente donde le dijeron al morenito aquel que aquí se trata bien a los americanos…! (todos ríen)
(se oye “Take a walk on the wild side” y luego graznidos burlones de gaviotas)
FIN DE “LA MASACRE DE LA CALLE DE CONTRERAS”
NOTA: Esta obra de estrenó en la cárcel de la Coruña el 6 de mayo de 1972, mediante una lectura dramatizada a cargo de la Sección de Presos Políticos, interviniendo en la misma los siguientes compañeros: ÁNGEL CORTIZAS DOMENECH, JOSÉ TORREGROSA RODRÍGUEZ, JUAN MARIA CASTRO PAZ, ANTONIO ROMERO RAMOS, JUAN FERNÁNDEZ LÓPEZ, JESÚS DÍAZ DÍAZ, FRANCISCO CABALLERO MARTÍNEZ, VICENTE ÁLVAREZ ARECES, RUFINO CORBATO COTO, FRANCISCO RODRÍGUEZ SÁNCHEZ y RAFAEL BÁREZ VÁZQUEZ.
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La foto que «ilustra» esta entrada es de la película Domingo de carnaval, de Edgar Neville, del año 1945.