“Delicatessen” (1991) parecería una película soñada después de haber cenado bullabesa con ojos de merluza flotando a la deriva. Ternura y humor negro, surrealismo e ingenuidad de diseño sacaban adelante un estilo personal (lo que equivale a escribir “reconocible”) del que podía esperarse cualquier cosa: “La Ciudad de los Niños Perdidos”, por ejemplo; aquella “Alien Resurrection” made in 97, sin embargo, fue un inesperado salto al vacío, un “hacer las Américas” para no llegar a parte alguna. Cuando dio a luz “Amelie” en el 2001, y a pesar de su enorme triunfo a nivel crítico-popular, tuve la sensación de que la buena cabeza Jeunet se había estrellado contra su propio techo, clavándose un montón de estalactitas. Al mirarla, oyes a su pajolero padre desafinando una letra cantosa: “Soy poeta porque el mundo me ha hecho así…” No te pases, Juan Pedro…Lo último suyo (2004), “Un Largo Domingo de Noviazgo”, con la Tautou, era ya un previo aterrizaje, arriesgado aunque no forzoso, en el “lado salvaje de la realidad”: el Amor en los tiempos de guerra. Encantó a los franceses; fuera del hexágono, algunos cejijuntos arrugamos, todavía más, el ceño…
“Micmacs á la-tourage”(“Chunchullos a todo trapo”, por convenio con la menor de mis infantas) huele a estética Jeunet que se la pela. Nueva vuelta de tuerca a su loca academia de criaturas amables e imposibles: un “clochard” parisino con una bala alojada en la cabeza, un viejales que estropeó la guillotina con su falta de higiene en el pescuezo (esto último, “supuestamente”), una calculadora humana con gafas y flequillo, un negro zumbón que chamulla a base de refranes, una contorsionista propensa a esconderse en frigoríficos, una Madre Chatarra que vela por sus frikis, un diseñador algo majara aficionado a los inventos de TBO y, como no, Dominique Pinon, hombre cañón y aquí “deus ex machina” pero menos…
Los males llegan a la hora de los malos…No hace tanto, veíamos una peli donde el villano, oh témporas confundidas con culos por donde el Capitalismo nos da su bienvenida, era nada menos que un banco (“The Internatinal”, 2009, Tom Tykwer). Ahora le toca el turno a los fabricantes de armamento, quienes, “legalmente”, desde países democráticos, de tapadillo, fabrican artillería -según escuchamos- para el IRA o para ETA, por aquello del libre mercado… ¿Puede subsistir el “humor poético” a los efectos de las “bombas unipersonales”? Por si fuera poco, el “discurso final”, que le funcionaba tan bien a Chaplin (véase “El Gran Dictador”, 1940), parece haber levantado suspicacias. No me extraña: “La Vida es Bella”(R. Benigni, 1997), tan benigna de intenciones, tenía su talón aquilino en la mezcla de géneros: cuando las churras se dedican a montar a las merinas (o a la inversa), el resultado es un vellocino de plomo; una oveja coronada, pastando margaritas dudosas y descomiendo fuegos del infierno…
Intuyo- no soy el único: me he encontrado en la red la referencia- que a Jeunot le ronda el universo Jacques Tati (“Las Vacaciones del Señor Hulot”, 1951; “Mi Tío”, 1958…) en los atavismos. La estilización del maestro, por aquello de disimular las fuentes, se vería en Jean Paul cubierta de una maleza donde el follaje impide apreciar el verde de la hierba… Vamos, como sí para “homenajear” a Azorín sin que se note, te pusieras a trasplantar “La Fábula de Polifemo y Galatea”… Otras aportaciones resultan, todavía, menos agradecidas. Las citas culteranas en forma de pedorreta de nombres “importantes”, a lo Woody- Baudelaire, Verlaine, Lorca…, en una boutade ingeniosa acerca de lo mal que acaban los poetas- no son la piedra filosofal, precisamente, aunque el chiste de la confusión Rimbaud/Rambo tenga su coña marinera…
Amo a Jeunot de manera egoísta, lo confieso: hace que me sienta refinado…Cuando se quita el maquillaje por la noche, te juro, camarada, es otra cosa…
LA VUELTA AL MUNDO EN 80 CLÁSICOS
“LÉOLO” (1992), de JEAN-CLAUDE LAUZON.
He aquí un director maldito por la suerte: tras su 2ª peli, este apabullante “Léolo” que aspiraba a Palma en Cannes y obtuvo la Espiga en Valladolid, en el 97 se sumiría en su sueño eterno, el Amor para siempre (“sólo si soñamos el Amor es posible” es la filosofía del personaje), tras un accidente de aviación- como Saint Exupéry, se me ocurre de repente (Léolo, tan lunático él, sería un principito de tinieblas)-. Ignoro los motivos por los cuales su estela ocupa, en mi memoria, la misma casilla que “Delicatessen”, un año más vieja y más pelleja. De hermanarlas algo, y muy de lejos, vendrían siendo ciertas claves macabronas, si bien en “Léolo” impera la sordidez más desolada, como si la lírica Jeunet, prácticamente blanca, se hubiese quitado el polisón para ponerse bragas esparteñas de esperpento negro. Lo ingenioso frente a lo salvaje. La pirueta frente a lo nefando puto y duro… ¿Cómo se puede estar hablando de Poesía?
Es empezar y ya ponerse brava a base de tomates enriquecidos con espermatozoides sicilianos por un (literalmente) “quítame allá esas pajas”, sobre los que se cae de culo (y de algo más) la madre y muy señora gorda del protagonista. El escalón siguiente será una oda a la defecación, fuente de todo gozo y estado salutífero. Lo que está por llegar no vale para estómagos sencillos: un viaje a los fantasmas de la locura y a los horrores de la infancia, etapa que los mayores olvidan al crecer y a los que sólo la insania puede remontarse. Una voz en off, omnipresente, se encarga de oficiar la ceremonia…”Como sueño, no lo estoy (demente)…” será la letanía a escuchar en su trascurso… Echa más leña al fuego el hecho el que el nombre del protagonista sea Léo Lauzon (Léolo Lozonne, a la italiana), enfatizando el factor autobiográfico.
He vuelto a verla con vistas a este escrito. Ello me ha ocasionado, no por primera vez, un disgusto doméstico: ¿qué clase de “monstruo”, aparte del autor, puede sentarse en su sala de estar a disfrutar de “aquello”? ¿Dónde fijar la línea fronteriza de lo “non grato” frente a lo abominable? El “Anticristo” de Von Trier habría rescatado la polémica: un Arte “para adultos”, ¿no conoce limitación alguna…? Me niego a aceptar, para “Leolo”, el sambenito de “cine escandaloso”. Triste, sí: todo lo que se quiera…
Sospecho que, hoy, “Léolo” habría encontrado serias trabas: su exploración de la sexualidad adolescente resulta, por momentos, en exceso turbadora. Tras la “muerte accidental de un cineasta”, cabe preguntarse por una filmografía que nunca fue pero se adivina rica en transgresiones… Se me apetece una postura de gallina iniciar cierta leyenda urbana: el “Delito Lauzon”-su matarile- a cargo de un comando incontrolado…
(Publicado en DIARIO DE FERROL)
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