HUGETOWER, INVESTIGADOR PRIVADO
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El Intrincado Caso de las Tres Aspirantes a «Miss Perdición de los Hombres Años 40», amén de otras pequeñas cumbres borrascosas de machismo ilustrado
Dedicado a Gaby, la menor de mis infantas, con la que suelo discutir sobre Feminismo
No quiero decir, por hombre, las cosas que ellas me dijeron.
Se presentaron, a la brava, en mi despacho de la madrileña calle de Hortaleza, una soleada mañana, cual aves precursoras de primavera, demandando a una Srta. Puri empeñada en conectarse, vía skype, con su última conquista (Serge, mocetón francés de muy buen ver y mejor llevar al huerto), ser recibidas, ipso facto, por el célebre detective Hugetower, el mismo que, en sus más caros desmadres oníricos, se viste Emidio Tucci , calza Martinelli, mira la hora en un Rolex de oro y conduce un Aston Martin de último modelo, por mor de haber bebido demasiada cerveza barrilona, en procura de olvido a las cabras Regal y estar durmiendo tremendo resacón a la bartola (camiseta, calzoncillo y calcetines), encima del sofá destartalado donde suelen acomodarse mis clientes.
-Escuchen, nenas…-les paró pies y lenguas la Srta. Puri, entornando sus ojos verdes como la albahaca y el verde, verde limón, en plan ofidio al que conviene no pisarle los crótalos, no vaya a ser haya desgracia en el ambiente- El Jefe está reunido consigo mismo y con sus diez personalidades convergentes. Lamento prevenirlas en tiempo y forma suficientes: no estará en disposición de recibirlas, como muy pronto, hasta mañana por la noche, de una en una, en éste que lo es su recoleto despachito, además de picadero licencioso…
Las invasoras bárbaras se limitaron a mirarse entre ellas unos breves instantes para, a continuación, todas a una, irrumpir en mi sancta sanctorum con la intención de cantarme las cuarenta, a cual más basta, más cortante y mejor candidata a no superar una prueba de alcoholemia una noche de sábado, a cien metros de estrenada la M-30.
Menos mal: me pillaron durmiendo a pata coja, un duermevela ni carnal ni limonado y soñando los sueños que hombre alguno osó nunca soñar, al decir del poeta cataléptico.
-Hémonos aquí reunido…-empecé, por decir algo fino- Pero, pardiez, si les parece, bellas señoritas, procedemos primero a presentarnos…
– Nosotras somos quien somos, basta de historia y de cuentos… – me escopetó la que parecía su portavoz, muy puesta en Gabriel Celaya, por lo visto- Yo soy Brigid O´Shaughnessy; aquellas otras dos son hermanas de padre, eso aseguran ellas, por lo menos: Cora Papadakis y Phyllis Dietrichson, y hemos venido aquí a desfacer entuertos…
Las protagonistas, respectivamente, de “El Halcón Maltés” de Dashiell Hammet, “El Cartero Siempre Llama Dos Veces” y “Perdición” de James M. Cain, en mi casa de citas y yo con estas calvas seborreicas…O, lo que es lo mismo, si hace falta aclararlo: las desgracias de Rubens, el trío de las Euménides hidrófobas, las tres hijas de Elena… Para atarse los machos y no perder de vista ni un momento la cartera billetera de piel de cocodrilo…
-Encantado, por dios…Tomen asiento donde les quepan las caderas ondulantes…-me desviví, galante, engolando el gaznate, en señal de respeto y pleitesía- Veamos pues de qué piratas de la pata de palo habremos de deshacernos sin tardanza…
-Mal empezamos…Ha dicho “entuerto”. Dejemos a Jack, el “Tuerto” capitanear “El Holandés Errante”…- cloqueó la tal Cora (quizás fuera su hermana), la más arrabalera de aquel trío infernal, encendiendo, sin pedir permiso, un cigarro devoto de maría, sin molestarse en invitar a los allí presentes.
-¿Por qué no te callas…?.- metió baza, en plan regio, la que faltaba, o séase Phyllis (en el caso de no tratarse de su hermana paterna)- Dejemos que el muchacho demuestre lo que vale y lo que pesa…
-Empieza por predicar con el ejemplo…- cortó la llamada Brigid (siempre en el caso de no haber dicho una mentira)- Vamos al golondrino: estamos entrevistando a los detectives más famosos del mundo (y los que no son famosos, también; otrosí, no hubiésemos acudido a este cubil mal ventilado ni de coña), realizando una encuesta acerca de quién tiene el derecho a ser reconocida, urbi et órbita, como la pésima más mala, la peor de las peores en la “Novela Negra” de los años 40… El mismo galardón obtenido por Bette Davis, en el apartado «melodrama», con su papela de Regina Giddens en «Las Pequeñas Zorras» de la Hellman, Mrs. Dashiell Hammet por más señas, en España conocida por «La Loba»(No ella, sino la peli Davis)
«Ella (a la Davis me refiero ahora, y no a mi amiga Lillian… ¡Qué lío me estoy armando!), siempre ejerciendo de reina virgen para arriba-, como, sin duda, ya será conocedor este señor tan pulcro y refinado».
-Por supuesto- galleé, aun sin tener ni dea-. Mi oficio consiste en estar enterado de lo divino, lo humano y lo fieramente humano..
-Haga el favor de no olver a interrumpirme, forastero. Continúo con mi informe engañabobos: Entre los participantes distinguidos, se sorteará, ante notario, sin trampa ni cartón, la jeringuilla con la que se pinchaba Sherlock Holmes, un pelo del bigote de Poirot y el mango del martillo de Mike Hammer… Todos ellos con certificado de autenticidad, naturalmente…
-¿Una encuesta…? Se lo aseguro, no estoy dispuesto a comprar nada; no insistan, por favor: tengo de todo, menos tiempo y dinero…- le respondí, mostrándome un poco más seductor de lo que corresponde a mi fecha de nacimiento prematuro, con fórceps oxidados de por medio – Si carezco de amor– Amor- AMOR, será porque ustedes quieren… Y ahí lo dejo…
Las tres brujas de Macbeth se reunieron para conjurar al maligno de guardia, echando mano de mi abarrotada papelera made in Hong Kong, con dibujos de la Patrulla Canina en derredor, a falta de caldero, borboteo va, borboteo viene, y señales de humo sulfuroso haciendo juego sucio por el cuarto
Transcurridos unos buenos diez minutos de maldiciones varias y conjuros que parecían sacados del Necronomicón lovecraftiano, la Srta. O´Shaughnessy se dirigió a mí en los siguientes términos:
-Lo hemos consultado entre nosotras. Hombre tenía que ser y vestirse de abajo para arriba. Allá usted con su «no sabe/ no contesta». Ni Papá Hammet ni el Sr. Caín nos han puesto el menor inconveniente. Si Mr. Chandler se negó a realizar la encuesta, es por haber prescindido, en las semifinales, de su hija Carmencita Sternwood, la de “El Sueño Eterno”, seguro la recuerda, por no reunir las suficientes condiciones malignas. Jamada pero boba, la pobrecilla ella…
-Él mismo la eligió- malmetió Cora.- De haber propuesto a la pequeña Velma de “Adiós, Muñeca”, puede que alguna de vosotras no estuviera aquí, entre las finalistas… Y no señalo a nadie conocido…
Phyllis puso cara de caballo que acaba de perder en el Grand National por culpa de un tábano indiscreto lacerando sus partes más sensibles, concretamente las que hicieron famoso al caballo de Espartero, y me aclaró, por fin, a qué conclusión habían llegado tras el largo conciliábulo:
-Usted tiene bajo contrato, seguro que esclavista, a una linda secretaria y taquimeca, ¿no es verdad? Viene siendo casi tan del dominio público como Effie Perine, la de Sam Spade, o Della Street, la del abogado Perry Mason… ¿Acepta que sea ella quien conteste…?
Ni siquiera me dio tiempo a responder. La ruina de Roma estaba allí, agitando los brazos, excitada como hubiese visto aparecer, de pronto, al bello Serge u otro de sus maromos con derecho a equitación espoleada fusta en ristre.
-Oh, sí, por favor, Sr. Hugetower… Déjeme responder a mí, si usted se niega. Llegado el caso, renunciaré al premio a su favor, se lo prometo… Usted no necesita la jeringa de Holmes, que ya tiene la suya… Ni el bigote de Hércules, porque está depilado de los pies hasta el cuello… Y en cuanto al martillo de Mike Hammer, ¿para qué, si he comprado un taladro en «El Buda de Oro» la semana pasada…?
Supe estar a mi altura y mostrarme magnánimo:
-Hágase pues su voluntad así en la tierra como en el Cielo, Srta. Puri…Pero responda la encuesta en horas en horas libres: la hora del bocadillo de nocilla, por ejemplo.
La Srta. Puri, toma paradoja, no se limitó a abrazarme, lo cual hubiese sido, hasta cierto punto, natural, sino que ya de paso, le pegó un indiscreto viaje a mi bragueta (y no tenemos confianza para tanto, a fe mía…).
Venido muy arriba, procuré desviar el centro de interés hacia otras cuestiones menos comprometidas.
-Vemos pues cuál es su veredicto final ; pero, dese prisa, hay trabajo atrasado para poner al día…- ordené y mandé, que para y por algo soy el jefe de la Agencia y de mis empleadas (en el caso de haberlas).
La Srta. Puri se había quedado inmóvil, meditabunda y cabizbaja (nótese que, en el presente relato, todo va de tres en tres, como los mosqueteros, que, en realidad, son cuatro)
-Yo que tú, perdóname el tuteo- cortó la leche Cora Papadakis- , me elegiría a mí: menuda lagartona desagradecida, colgada del pescuezo de Frank Chambers hasta lograr que matase a su marido especial griego…
Miss O´Shaughnessy se apresuró a mostrar su desacuerdo:
-Engañando a los hombres, conduciéndolos al asesinato, a ver quién es la guapa que me pretenda ganarme a los puntos de sutura…
La Dietrichson, haciendo honor a un apellido tan equívoco, intervino de tercera en discordia, a su modo y manera deslenguado:
-Joder, tías, o todas las novelas de la “Serie Negra” son iguales, o alguna de vosotras se ha dedicado a plagiar mi ficha policial punto por coma… Dejadla que ella elija, lo le está deseando…
La Srta. Pepi, carraspeó y, tras tragar saliva, se dispuso a poner broche de oro y pedrería a la presente short story con trastienda…
-Una servidora, sin despreciar a nadie, prefiere no recurrir a lo extranjero, cuando España anda tan bien surtida de malvadas literarias… ¿Qué me cuentan de doña Lambra de Bureba, la asesina en serie de los Siete Infantes de Lara, por quítame allá un torneo perdido, con la venganza del Bastardo Mudarra aparejada…?
«No todas se dedicaron al homicidio puro y duro; las hubo minimalistas en maldades: velahí a la perversa Obdulia, protagonista de “La Fe”, de A. Palacio Valdés, a quien Amparito Rivelles interpretó en el Cine ricamente. De oca a cabra loca, otra que tal: Neleta, la de “Cañas y Barro”, bailándole las aguas albuféricas al pobre de Tonet y conduciéndole hasta el infanticidio…
«Tiembla la lengua al nombrar a la Acacia, hija de la Raimunda y del Nobel Jacinto Benavente…”La Malquerida”, ¿acaso no les suena? Una ensalada de tiros en su haber, por culpa del incestuoso amor de su padrastro Esteban, que también, versatil como era, andaba liado con «El Rubio»…
«Para perdedoras de hombres honrados y decentes, las del teatro de Lorca: «Yerma», empeñada en ser madre erre que erre, como si tal condición se convirtiese en sinequanon a la hora de ser una mujer como dios manda…Yy total, para acabar estrangulando a su marido; la Novia Sin Nombre (mucho antes que la protagonista de «Rebeca») en «Bodas de Sangre», causante de la muerte de dos hombres de tanto deshojar la margarita, y, por supuesto, la del coño famoso, la tal Bernarda Blanca, provocando el suicidio de su hija menor, tras emprenderla a tiros con Pepito el Romano… ¿Quieren más…? Pero si hasta toda una Ana Ozores, con lo buena que ella era, acabó con sambenito pelandusco, besada por un sapo monaguillo sobre los fríos sillares de la catedral de Oviedo, provocadora de duelos entre hombres intachables (antes de conocerla)… Lo que yo diga, venga: las mismas perras con distintos collares… ¿Sigo o no sigo…? Si tengo que votar, lo haría por doña Lambra de Bureba, que había ordenado a un malandrín arrojar, a diario, siete piedras contra las ventanas de doña Sancha, la madre de los Siete Infantes, para que se acordase de sus hijos muertos de lunes a domingo…»
Permanecí callado. Tan listo como uno es y no sabría qué responder a tal listado.
Brigid sí contestó.
-Me parece, bonita, que te vas a quedar sin el “Bienvenido, Mr. Marshall”. Que dios bendiga América. Vámonos, chicas, con la música a otra parte… A las americanas, por lo visto, no nos reciben aquí con alegría…
Dicho y hecho. Que les fuera bonito…
La Srta. Pepi me miró como solo ella sabe hacerlo.
-Oiga, jefe… Lo de la mano tonta, antes, fue un descuido…
-Que bien puede repetirse en el presente.
Aquella vez, nos besamos con lengua y uvulilla y repicaron a aquí paz y después gloria las campanas… No las de boda, claro. Al menos, de momento. Yo me lo estoy pensando, sin embargo. A la Agencia Hugetower no le vendría nada mal ahorrarse un sueldo…
Fin
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