SPLEEN
*
Mañana torvo plomo derretido,
el húmedo aletear de los instantes
se estrella, en su vaivén de incertidumbres,
contra el fuego difuso de la espera.
Cansancio indiferente de pálidos contornos;
pliegues de sombra, amago de sorpresas:
una hormiga, otra hormiga, una hilera sin pausa
que va garganta adentro;
una nube de polvo con los ojos cerrados,
con los labios abiertos a una incierta sonrisa.
Misterio de misterios, confusas redenciones
bajo la gris llovizna de tijeras aladas,
de alfileres sin tino, sin cabeza, sin patas…
Un corazón de trapo
recoge los añicos de aserrín y de espumas.
Aracné rediviva, agitando su manto,
va gritando improperios. Se resquebraja el hueso
de la bóveda-noche, como un cristal robado
por la piedra de un niño.
Sólo el agua, caliente, calmará esos caminos,
tales trozos de carne bajo el roce del cuero…
La impaciencia, cercada,
se arrancará, dormida, la venda de los ojos,
oscura piel, salitre, adelfa ponzoñosa…
Es el tiempo del Tiempo, el reloj de relojes;
es el plazo de un tic-tac detenido…
“Dame la mano y corre…”, suplicaba el latido.
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