“EL BUEN PATRÓN” de FERNANDO LEÓN DE ARANOA
F. L. de A., es hoy, para mí y para legión cinéfila, un cineasta de obligado cumplimiento. Su bien temperado rugido constituye un claro aviso a navegantes por la Vida de que, además de “la Economía, imbécil”, cuenta también el Corazón Humano y su compleja red de sentimientos, y no hay que ser un lince ibérico en peligro de extinción a la hora de entenderlo.
Con permiso- o sin él, mira lo que te digo -del léctor amábilis /léctor admirábilis, paso a poner negro sobre blanco y viceversa, la siguiente boutade: Benito Zambrano y él, tanto rueda, rueda tanto, podrían ser o no ser los Bardem & Berlanga del siglo XXI.
De FAMILIA (1996) a LOS LUNES AL SOL (2002), pasando por BARRIO (1998), se las maravilla el madrileño para dejarnos claro por dónde van los tiros de una filmografía dispuesta a no callar por más que con el dedo, que dijo don Francisco de Q.
De EL LUNES, ya han pasado veinte años, que son nada según el tango arrabalero, en una carrera de obstáculos diversos, que vendría a desembocar en EL BUEN PATRÓN (2021), tan goyesco, tan rico ditirambo y rocabruno…
Vendría siendo, si no me fallan las cuentas con los dedos de los pies, el tercer menage a deux con J. B., que además de ser un whisky, es un actor en el que tiene él puestas todas o casi todas sus complacencias, tras la ya citada LUNES AL SOL y LOVING PABLO (2017), en torno a la figura del narcotraficante colombiano Pablo Escobar.
Javier Bardem, de casta le viene al galgo y al podenco, es mucho Bardem Javier; escribir bigger than life se me antoja poquísimo si se trata de realizar taxonomía justipreciada de sus muchas gracias y talentos…
Después de BIUTIFUL (Alejandro González Iñárritu, 2010), parecía tener agotadas sus posibilidades para sorprendernos… Y la paloma verbenera, o sea un servidor, una vez más, se equivocaba…
Y es aquí donde y cuando me dispongo a caminar descalzo sobre cristales; o peor todavía, sobre carbones encendidos, como hacía Debra Paget en AVE DEL PARAÍSO (Delmer Daves, 1951), porque… José Manuel, átate los machos; aquí quiero yo verte… A ver cómo lo explico, camarada Tovarich… Descansemos la vista, siquiera unos instantes…
Me acuso, padrecito, de haber tenido la oscura sensación de que Javier Bardem se pasea, a lo largo y ancho del metraje de EL BUEN PATRÓN, derramando lisura del puente a la alameda, consciente de que el espectador – encantado de la vida, por cierto- no va a quitarle ojo y oído en todo el rato.
Su recital, una matrioshka interminable de alardes interpretativos de la mejor ley, se permite el lujo, por ejemplo, de convertirse, de pronto, en el José L. López Vázquez de MI QUERIDA SEÑORITA (Jaime de Armiñán, 1971), a la hora de mostrarse maternal con sus fieles empleados o pasar del Dr. Jekyll a Mr. Hyde, lobo y cordero según convenga a la hora de sumar ceros a sus cuentas bancarias, todo menos corrientes.
Y ello, nos pongamos como nos pongamos, mi admirado Fernando, a una peli a la que se le supone vocación coral fuenteovejuna, como sucedía en BARRIO o en FAMILIA, le hace un flaco favor y la desequilibra, la saca de quicio… casi me atrevería a decir que le echa mierda encima…
No es menos cierto, camarada Tovarich, que, como álbum de cromos del paternalismo empresarial- “la empresa somos todos”- resulta lo suficientemente ilustrativa; aunque también aquí, me temo, se cae en la tentación de tocar demasiados palos a la vez, por culpa de una frondosidad argumental con demasiadas ramas infructuosas, que uno hubiese desechado en su montaje definitivo.
Espera, porque hay más… Su desenlace me hizo recordar el de un título fundamental de Buero Vallejo, EL TRAGALUZ (1967), en su tiempo ciertamente comprometido.
Aquí y ahora, el buen patrón y una de sus víctimas- Celso Bugallo, sometido a una tortura moral que prefiero callarme- comparten plano y se acaba la película.
A lo que Buero se atrevió mientras la dictadura se derrumbaba entre sangrientos estertores, León de Aranoa busca una alternativa diferente… “¿Y tú qué hubieras hecho, espectador o espectadora…?”
“The answer, my friend, is blowing in the wind…”…Pero a mí, como espectador, me interesa conocer lo que habrías hecho tú, director y guionista de algo que corre el riesgo de convertirse en un cómodo ejemplo de “Cine para Rogelios”, con aquel taladro jamesbondiano, además de un agujero para colgar una placa conmemorativa…
Caigan sobre EL BUEN PATRÓN todos los “goyas de luxe” que hagan falta. Seguro que se los tiene merecidos… Y el Bardem, ni te cuento…
Servidor le hace caso a Mike Castle y reparte sus “boscos” particulares 2021 como le da la gana, consciente de que donde hay patrón, no manda marinero…
And the winner is… ¡ESPÍRITU SAGRADO, de Chema García Ibarra…!
Te lo juro, padrecito: sublimado corrosivo de propulsión a chorro. Corre a buscarla, relájate y disfruta… Y que Godot te coja confesado… Fue empezar a verla y sentirse abducido por su iconoclasia radical a caño libre… Totalmente desaconsejada para mentes bienpesantes de ambos bandos…
Ah, se me olvidaba… Volviendo a EL BUEN PATRÓN, el que su calendario termine en lunes, como autohomenaje no está mal; pero me hizo recordar tiempos pasados, mejores por hipótesis…